viernes, 29 de julio de 2011

Me desperté -madrugadora-
con el cuerpo poblado de sensaciones
una canción
una imagen
una palabra
completaban el poema
la palabra era danzarina
su musicalidad su eufonía su belleza
en mis oídos
y cierta sensualidad
 -or
      quí
            de
                 a-
efímera
pero punzante
cartografiando...

dos cuerpos
buscando
intensidades

susurro del deseo
se desliza por la piel

con el cosquilleo se escabullen también
las huellas del placer
estremecimientos que recorren la columna
espasmos de las fibras

el cosquilleo
también
mapea

y aún
más profundamente
rodea lo indecible
recorre lo oculto
lo penetra

algo secreto y sin nombre
diverso y escurridizo
inexplicable
(doblez escondido
en el entramado)

dos cuerpos
gritando lo infranqueable
y aún
perdiéndose en la intensidad
 

martes, 5 de julio de 2011

Copulación de los términos

"Aquel que critica o rechaza el juego,
ya está en el juego"
M.Blanchot

pongo
o-pongo
porongo
alguien tendría que haber explicado la dialéctica en estos términos
en lenguaje violento y aún
menos violento que cualquier lenguaje
la dialéctica en esos términos digo
para pensar ya no
la contradicción la superación la
superposición
sino
la copulación
pensar
que los términos no permanecen sino en el espasmo
en el grito incontenible
orgásmico
en un abrazo
o también
sudados por los cuerpos
expulsados
eyaculados
acabados

martes, 3 de mayo de 2011

Ya se hace de noche
me tengo que ir

retorno regreso otra vez a casa
esperar el bondi intuirlo pronto
la suspensión en la espera
una eyección del tiempo
un paréntesis una epojé una hendidura
se abre rasga atraviesa
se llena
de ausencia
por ella se cuelan los sonidos
se van las sonrisas
se escurre el goce
y suspendida
soy invitada
a desalejarme enajenarme arrancarme sumergirme en
lo cotidiano

hay algo en los regresos a casa en colectivo
un mood particular un nostos
casi una melancholía
hay algo en ese mecer tumbante
signo -también- de un final
algo del irse
del dejar atrás

por el paréntesis
(ventanilla de colectivo)
huye la tarde

miércoles, 27 de abril de 2011

Cartografías II

El navegante cartografía: apunta en el mapa aquellos topos, aquellos punctum salientes de la geografía, aquellos recorridos silenciosos y sin huella que ha realizado. Y al apuntarlos, los crea, los inventa para sí, los incorpora.
Los distintos topos, creados y re-creados por el arte del cartógrafo, hallan en el mapa su delimitación. Cómo delimitar, cómo limitar, es una cuestión no meramente geográfica (cómo podría serlo), sino en primer lugar política. En toda limitación se pone en juego una política. Lo que la cartografía nos invita a pensar, sin embargo, no es tanto una geopolítica como una biopolítica: aquella que recae sobre los cuerpos y los regula, pero por sobre todo, los hace ser.
¿No es acaso mapearse lo que hace el niño, al recorrer su cuerpo y toparse con sus pies? ¿Encontrar sus límites, recortarse del otro...? ¿No es acaso marcar límites lo que hace la madre con sus caricias? Recorridos que guarda la memoria del cuerpo, recorridos que habitan en la piel. Hacerse un cuerpo, construirse un cuerpo es en principio cartografiarse, toparse con la propia piel, con la piel del otro.

Y en los recorridos, eros.
[contacto
(y también: roce choque caricia golpe marca)]
la piel es política, campo de pactos alianzas disputas trances luchas batallas

amantes y cartógrafos:
el cuerpo esencialmente mapea

miércoles, 5 de enero de 2011

Cementerio club

¿Quién le dio al pequeño dios
el centro gris del abismo?

la piedra contiene -lapidado- un nombre
como si el cementerio no albergara más que esa mínima memoria
inútil
ese gesto ese hábito esa disposición
primera sujeción del cuerpo
golpe lapidario
y primigenio
crimen fundante
esa violencia 
del nombre

muerto el cuerpo
desmembrado
horadado penetrado habitado
por gusanos formol
y otras alimañas
se ríe irónica una palabra

esa que acompañó
a despecho
esa la primer herida
siempre cicatrizada siempre abierta siempre a la espera
amenazante
se burla ahora
petrificada
de las putrefacciones del muerto
la impermanencia
la locura ociosa de vivir

¿y quién se atreverá a develar
la locura que esconden
las letras

el abismo que abre
cada nombre

la desgarradura
ausente
del silencio?

¿quién se atreverá
a perder
quién se atreverá
a olvidar
su nombre?

ni un sonido
ya
despierta la noche

la lluvia que enjuga las palabras
se deja resbalar con ellas

la lluvia
moja también
mejillas de mármol
juega a correr por los canales de la piedra
y a desbordarlos
y a corroerlos

la lluvia

se atreve


sin fondo sin centro
el abismo
abisa