miércoles, 3 de noviembre de 2010

Complicidades

(contra todo peso-de-uno-mismo)

Indaguemos en lo mínimo.
(ahora sí, una invitación)

¡a hurgar lo mínimo!
(pero sin molestarlo, sin incomodarlo:
como veremos, lo mínimo
no se deja
atrapar)

lo mínimo es de la pequeñez de un gesto
de la sutileza de un roce
lo mínimo constantemente se nos va
y sin embargo
queda

(pequeña vibración)

lo mínimo lo inútil
¿para qué una caricia?
¿para qué un beso?

                                       [¿y no será eros
                                     ya una resistencia?]


lo mínimo no dice nada
lo mínimo pasa

y sigue pasando

(eco de una carcajada)


                                     [¿y no fueron reidores
                                    los que mataron a dios?]


Lo mínimo atraviesa las porosidades
y cae

            [como un suspiro que nadie oirá

                               como una letra soldada al revés]

  

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mínimo de una nota vibrante en un mástil de guitarra...se va, se queda y vuelve. Los motivos por los que alguien toma un instrumento musical en sus manos son desconocidos..no hay tal cosa como la "canalización": lo mínimo es tan mínimo que los canales no lo alcanzan a ver y atrapar...

Anónimo dijo...

una vez dijeron de una cosa que escribió uno que supe llevar mi nombre:
"qué lindo: una caricia para el alma".

ahora bien, sabemos desde hace algún tiempo que "cuerpo soy yo íntegramente, y ninguna otra cosa; 'alma' es tan sólo una palabra para designar algo en el cuerpo..."

qué es eso en el cuerpo que se quiere señalarse con "alma"?

algo mínimo.
algo inútil.
algo que no deja de irse -y siempre se queda.

solamente ahora te puedo decir (sin repetir): una caricia para el alma.

caro dijo...

Dicen, el primer gran poeta de la insipidez, Sikong Tu, garabateó algo que ha venido a ser traducido así:

Se encuentra sin ahondarse.
¿Se busca? Es cada vez más tenue...
Si al fin toma alguna forma,
apenas se ase, huye.

este tejido de complicidades no permite hurgar sin dar –al menos- una puntada

(y dado que no se tejer, me atravo a preguntar: puntada con lana, sigue llamándose puntada?)

Dai Agesta dijo...

Pensando un poco en esto que decís, martín, de la imposibilidad de seguir pensando la motivación desde la canalización, ¿no necesitaremos pensar una ética, y por qué no, una política desde lo mínimo, desde lo que se sustrae? Personalmente no puedo concebir una praxis tal fuera del cuerpo... y aquí nos inmiscuimos en una ética y una política que no sean ya sólo cuidadosas del otro, sino en donde entren en juego la música, la risa, la erótica...

Dai Agesta dijo...

Es interesante la pregunta que planteás, Caro, porque nunca lo había pensado... El tejido, me parece, es de agujas no insisivas, y en todo caso no habría puntadas, sino más bien desvíos... desvíos de la lana en torno a la aguja, rodeos en derredor de un espacio que ha de devenir vacío...
Me gustó esto de lo que al fin toma forma, para luego huir... un hermoso poema.
Gracias!

Anónimo dijo...

leo más arriba aquello de la política de lo mínimo.
y pienso: ¿estamos mandando al carajo la revolución?

respuesta: ¡no!
largo tiempo ha que la revolución ha sido asignada al carajo: bien arriba, y muy lejos, confundiéndose con el horizonte que otea.
siempre bien arriba, y muy lejos, esta revolución se parece mucho a la idea idolatrada, que sigue progresando, siempre imperativa.

pensar una política desde lo mínimo: ¿invitar a la revolución a bajar del carajo?

¿arroparla entre los pliegues mínimos de la inmanencia?

siempre en busca
del eros perdido.

Dai Agesta dijo...

Qué comentario incisivo!
Viene al caso apartarme de mis propias palabras
y citar estas otras:

una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos


(Alejandra Pizarnik)

Y aquí, ¿quién se anima a pedir más?

Anónimo dijo...

como praxis que se desprende del cuerpo, una política de lo mínimo sería desde ya libre del discurso y de sus formas (una de ellas, la "patria", jaja, sigo rompiendo las bolas con esto). Se rasgaría el discurso como espacio de asidero y condicion de posibilidad de la política, porque no tendría su nacimiento en él (ni su fin). Ese sería el tajo por el cual se fugaría lo que se sustrae, tajo similar al hueco de una guitarra de madera en la que los sonidos van y vienen. Y con esto, la llamada "intencionalidad política" se empezaría a esfumar por porducto de su ya no tan atractiva doxología. Fin de las cacerías de brujas, cae al vacío la revolución desde las torres del carajo...Política no ya desde la enunciación sino desde lo mínimo, y por qué no, desde la música...