domingo, 1 de septiembre de 2013

Pasajera (en tránsito perpetuo)

(dedicada a todos aquellos que
no pueden hacer de esto una estadía...)

Y me desperté. Al menos, dicen que me desperté. ¿Cómo saber, si yo no sabía qué estaba ocurriendo, no sabía que era yo? Una mano amiga, al otro lado, traspasando un patio... el estaba con otros dos amigos, amigos de él, lejanos, apenas incomprensibles... Incomprensibles eran también las horas que debía pasar allí. Por ejemplo, el tiempo se volvía un instante, fugaz, y huía como huye la tarde... el tiempo era mi peor enemigo, lleno de gente que no conocía, anhelantes de verme, de mirarme escrutiñadores, decirme "mirá acá" "mirá allá" no no mires a ningún lado... Y no podía verlo, a él, que estaba tan cerca, tan alejado... Y un día conseguí un trabajo, bastante aburrido, porque no había que hacer nada más que quedarse tranquilo, quieto, y moverse lo menos posible. Y me pagaban: por hacer de enferma, me daban cierta plata, que era menos si hacía de acompañante. El sistema era el siguiente: éramos un cierto número de pacientes, que no llenábamos todo el hospital, aunque debíamos hacer como si el hospital estuviera lleno. Los médicos eran también truchos, ladrones, pero eran médicos. Y decían siempre que tal persona tenía tal cosa, que no tenía, sólo para hacer sufrir más a los espectadores. Mi familia estaba allí, pero sólo una vez al día lograba verla. Y con él teníamos un plan: hacer que el tiempo que teníamos juntos durara una eternidad... Y pasó lo que tenía que pasar: llegó el momento de decir a todos lo que estaba haciendo, que yo en verdad no estaba enferma, que yo les había mentido todo ese tiempo. Pero no me animé, no. Y me quedé con una culpa... tremenda. Hasta que me enteré de la otra verdad: que no podía hablar. No podía hablar, no. Y viajaban los médicos, los neurocirujas, haciendo todo lo posible por que hablara. No podía hablar. No podía moverme. La parte derecha de mi cuerpo estaba anulada. Hasta que un día dije a una enfermera, con un hilo de voz, "peli". Fue una revolución. Aunque todo lo que decía era peli, por más que habían hecho un cartel con las palabras que más usaba.
Ha pasado un año desde entonces. Un año, solamente un año. Y por más que intento olvidarlo, siempre tengo la sensación, amarga, de mi estadía en el hospital. Pero como toda estadía, fue sólo pasajera... sigue el tránsito... sigue el andar.

No hay comentarios: