martes, 7 de mayo de 2013

En el barro


Huellas. Rastros últimos del camino andado. Lo dejado a mis espaldas, en el barro, en el aire, en la arena. Lo que —hoy— me justifica, aún cuando todo mirar atrás sea inútil. Aquí estoy. Mis pies encallecidos, mi cuerpo marcado; marcas que también he dejado en el andar, y en el camino.
Huellas. Rastros únicos, propios, e íntimos. Nadie ha de seguir mi camino; ni aún yo podré desandarlo. ¿Para qué volver sobre mis pasos? Volver: el retorno. Pero mirando atrás: el rastro ha desaparecido; y con él, todo camino. ¿Un camino? ¡Caminar!
Huellas. Mi cuerpo marcado. Una palabra, un silencio, lo atraviesan. Y quedan, resistencia de lo innominable… ¿Y aquí? ¿Unidad, pluralidad, totalidad, realidad, negación, limitación…? ¿Sigo?
Huellas, impresiones, improntas; marcas sobre uno, y sobre el otro. En la piel, frontera última, el tacto. En mis manos, lo que me ha tocado, dejando su propia huella. En mis huellas, también las del otro. ¿Una ethica dactilar? ¿Una política digitalis?

3 comentarios:

Karen dijo...

"Si quieren comprender sus propios cuerpos deben aprender a caminar bajo el mar..."
Kazuo Ohno.

Creo que tu cuerpo (y vos) saben de abismarse, y de profundidades. Qué bello lo que escribiste. Te quiero.

Anónimo dijo...

que bueno primo daiano :D

Dai Agesta dijo...

Bueno prima belu, muchas gracias!